griegos y romanos

jueves, 9 de diciembre de 2010

Catulo



Cayo Valerio Catulo (84 a. C. – 54 a. C.)
 Cayo Valerio Catulo es, probablemente, el primer gran poeta lírico que conoció Roma. Sus epigramas y poemas yámbicos, influidos por Safo y Arquíloco, figuran entre lo mejor de su producción, de la que sólo se han conservado fragmentos y composiciones dispersas. Tienen merecida fama sus poemas a Lesbia, apasionados y violentos, y que en realidad estaban dirigidos a su amante Clodia. Catulo introdujo el termino etrusco bacium, del que proviene la palabra beso.
      La influencia de la poesía de Catulo no sólo se puede apreciar en la poesía amorosa de los poetas latinos posteriores, como ocurre con Ovidio y Horacio, sino también en los epitalamios de los poetas ingleses del renacimiento, como Robert Herrick, Ben Jonson y Edmund Spenser, y en los neoclasicistas españoles del siglo XVIII, como Meléndez Valdés y Lista.
Poemas.
CARMEN III
Llorad, tanto Gracias y Cupidillos,
como todos los hombres más sensibles.
El gorrioncito de mi niña ha muerto,
el gorrioncito, joya de mi niña,
a quien amaba más que a sus ojitos;
pues de miel era y conocía, como
la hija conoce a su madre, a su dueña;
nunca se apartaba de su regazo, 
sino que, saltando a su alrededor, 
piaba constantemente para su ama.
Y ahora hace un camino de tinieblas,
hacia un lugar de retorno prohibido.
Sed malditas, malas sombras del Orco,
que fagocitáis todo lo precioso;
me arrancasteis este gorrión tan lindo.
RENUNCIA DE AMOR VIII
Desgraciado Catulo, deja de hacer locuras,
y lo que ves perdido, por ello dalo.
Brillaron para ti en otro tiempo blancos los soles,
cuando acudías allá donde quería una muchacha,
amada por nosotros como no será amada ya ninguna.
Eran entonces aquellas tantas diversiones
que deseabas tú y que ella no rehusaba.
Brillaron, sí, para ti blancos los soles.
Mas ella ya no quiere, y tú -reprime la pasión-
    tampoco quieras,
ni vayas tras quien huye, ni vivas desgraciado,
sino que, duro el ánimo, tente firme. No sientas.
Adiós muchacha, Catulo ya no siente.
Pues que no lo deseas, ya no te irá a buscar
ni te hará ruegos,
pero tú sufrirás cuando nadie te ruegue.
Ay de ti, desdichada, ¡qué va a ser de tu vida!
¿Quién va a estar junto a ti? ¿Quién te verá bonita?
¿Ahora a quién vas a amar? ¿De quién dirán que eres?
¿A quién vas a besar? ¿Morderás en qué labios?
Pero Catulo, tú, condenado, no sientas.
Soles occidere et redire possunt;
nobis cum semel brevis lux occisus est
nox est perpetua et una dormienda.
(Catulo)
Los soles se ocultan, y pueden aparecer de nuevo;
pero cuando nuestra efímera luz se esconde
la noche es para siempre,
y el sueño, eterno
(Catulo)
I

Cui dono lepidum novum libellum
arida modo pumice expolitum?
Corneli, tibi: namque tu solebas
meas esse aliquid putare nugas
iam tum cum ausus es unus Italorum
omne aevum tribus explicare cartis
doctis, Iuppiter, et laboriosis.
Quare habe tibi quidquid hoc libelli
qualecumque; quod, o patrona virgo,
plus uno maneat perenne saeclo.

I
¿A quién regalo mi gracioso librito nuevo
recién pulido con tosca piedra pómez?
Cornelio, a ti: pues tú solías
estimar que mis simplezas eran algo
ya entonces cuando fuiste el único osado de los ítalos
en explicar toda la historia en tres volúmenes
doctos, por Júpiter, y difíciles.
por lo cual ten para ti el contenido del librito, cualquiera que sea,
como quiera que sea; para que, oh patrona virgen,
permanezca más de una generación perenne
.

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