griegos y romanos

jueves, 9 de diciembre de 2010

Virgilio



Virgilio nació en el año 70 aC. en un pueblo cercano a Mantua; era hijo de una familia sencilla y no perteneciente a la clase noble. Se instruyó en las disciplinas de gramática, retórica, oratoria, y gracias a la protección del político Cayo Mecenas accedió a círculos un tanto más selectos de la sociedad. De hecho, el futuro emperador Augusto, por entonces Octavio, fue su amigo y protector. A lo largo de su vida, el escritor conocería y trabaría relación con otros poetas de indudable importancia, como Quinto Horacio Flaco. Falleció en el 19 a.C. y se cuenta que en su lecho de muerte pidió que fuese destruida su gran obra, la Eneida.
Las obras de Virgilio han pasado a la historia como algunas de las más importantes dentro de la literatura grecolatina. Su Eneida, de hecho, es un texto conocidísimo, que influenció notablemente a autores posteriores. Narra las viscisitudes de Eneas, héroe que, tras la caída de Troya, abandona la ciudad junto a su padre y a su hijo. Se embarca en un periplo por el Mediterráneo que le lleva hasta Cartago, y de allí a la zona de la Península Itálica. A través de su hijo se enlaza el linaje troyano con los futuros reyes de Roma y, por tanto, se vincula míticamente al propio emperador con los dioses antiguos.

Entre otras obras relevantes de Virgilio, es preciso destacar las Égoglas o Bucólicas (poemas de tono y tema pastoril), las Geórgicas (escritos relacionados con la vida campesina) y una serie de poesías de tipo elegíaco.
La Eneida:
Sus once últimos años los dedicó a La Eneida, poema épico en 12 libros que trata de la caída de Troya, de los viajes de Eneas y del establecimiento definitivo de una colonia troyana en el Lacio. De nuevo vemos al poeta desempeñando el papel de protagonista imperial: Venus es la madre de Eneas, y Julio, su hijo, el progenitor de la familia juliana que ha dado al mundo al gran Augusto, su último y perfecto fruto. Además proclama con fervor y pasión evangélicos la divina misión de Roma como rectora de las razas humanas. En el libro IV el héroe desciende al Averno, donde encuentra la sombra de su padre Anquises en los Campos Elíseos y recibe alientos y consejo para los días tormentosos que se avecinan.


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